Quién soy yo, realmente? Qué hago aquí, cuál es el sentido de mi vida? Mi camino está ya prefijado por Dios? No soy yo, entonces, quien decide? Y cómo se percibe ese camino? No sería todo más fácil si Dios se mostrara más claramente? Y si no me atrevo? Y si no acierto?
Estas preguntas se dirigen a lo más hondo de nuestra vida y, por tanto, a la fuente misma de la felicidad. El autor explica cómo Dios llama a todos, no solo a algunos, y espera siempre una respuesta libre, alegre, confiada y generosa en el camino concreto que toca a cada uno discernir y vivir.