Delmira fue una poeta uruguaya, un espíritu libre, melancólico y ardiente que sufrió en carne propia la estupidez, cobardía e injusticia del crimen que se denuncia hoy: su exmarido la mató suicidándose después. En esa tristemente conocida coreografía de la muerte que enloquece a algunos hombres que no saben dejar ir a una mariposa. La aplastan con sus torpes y miserables manos sin haber comprendido su belleza, dignidad, y grácil vuelo que no eran para ellos.