Antonia mira en su diario la tristeza y desesperación que hay en su vida, pero también observa los momentos de felicidad.
De Ethel Kolteniuk Krauze, autora deEl instante supremo.
He descubierto que nada dura más de un instante. Y que esa expectativa es el gozo, el milagro de la vida.
En este intenso relato, Antonia intenta encontrar un modo de lidiar con la incertidumbre y el dolor que de pronto irrumpen en su vida. La ruta de su aprendizaje transita por la tristeza: un polvo que se mastica, se impregna y termina apoderándose de los sentidos para existir sólo ella; también por la ira: un bloque de concreto negro, impenetrable, que debe aceptarse con humildad, con irremediabilidad; de igual modo, por la desesperación, que es más que ambas juntas: un huracán, un ciclón, una vorágine hecha de viento y nubarrones.
Quizá el bienestar y la desdicha están más en el individuo que en el entorno; quizá todo depende de nuestra capacidad de respuesta frente al mundo, piensa Antonia al darse cuenta de que la ira, tristeza y desesperación que registra en su diario son profusas porque divide la vida en parcelas y suele escoger las porciones más amargas. En cambio, cuando integra los fragmentos y ve la vida como un todo llegan la serenidad y el descubrimiento; entonces puede amar con todo el esplendor de los sentidos y ser perfectamente feliz.