El consumidor, con su justificante de pago, puede reclamar si estima que se vulneran sus derechos. Solo pueden presentar reclamaciones de consumo ante la Administración los consumidores finales. Se considera consumidor final a la persona que no actúa en el ámbito de una actividad profesional o empresarial. Aunque se debe reclamar, en ocasiones, las quejas pueden tener consecuencias negativas para quienes las realizan. Las organizaciones de consumidores y usuarios aconsejan a los ciudadanos que reclamen cuando los productos que adquieren o los servicios que disfrutan no tienen la calidad que deberían. De este modo, se consigue mejorar la eficacia del sistema y reducir los posibles abusos. Lo mismo ocurre cuando una persona no está de acuerdo con una valoración sobre su trabajo o sus estudios. Sin embargo, la reclamación no siempre es sencilla ni se convierte en la manera más eficaz de resarcir al ciudadano, que en ocasiones puede resultar perjudicado cuando realiza una queja. Este libro fue creado con la única pretensión de entretener, sin más objetivos.