El filósofo siente gran atracción por el vínculo entre salud y filosofía, y si él mismo enfermara, se introduciría en la enfermedad con toda su curiosidad científica.
Cada persona tiene su propia filosofía. En algunos filosofan las carencias, en otros sus riquezas.
Quien filosofa desde la carencia lo hace para encontrar medicamento, apoyo, para alejarse de sí mismo.
Quien filosofa desde la riqueza y la fuerza se permite nada más que un lujo que le permite saberse triunfador. Tal vez sean más abundantes los pensadores enfermos dentro de la historia de la filosofía.