Los últimos indios sheepeater comenzaron a clavar estacas para la instalación de su campamento en el rocoso repliegue de la montaña, junto a la represa abandonada por el castor.
Eran fugitivos, proscritos por diversas tribus, y se habían agrupado para defenderse mutuamente; eran cincuenta y uno en total, guerreros, mujeres y niños, e iban bajo el mando de Tomanmo.