Obra teatral de Benito Pérez Galdós en la línea de Realidad y La de San Quintín"Condenados estamos a la mentira, sometidos a un convencionalismo falso que nos arrastra de error en error, de caída en caída. Para librarnos de este ambiente malsano que por todas partes nos rodea, es preciso ser sinceros, abrazarnos a la verdad y tener el valor de arrojar de nosotros nuestras faltas después reconocidas""Solamente así se regenera el hombre, sólo cuando por el esfuerzo de su voluntad y en uso de su libre albedrío acepta la expiación, es cuando cumple con la ley que rige su esencia divina (...) en el drama de Galdós con harta más claridad que la significación simbólica se ve el propósito de dirigir los ojos del público, o más bien de la sociedad, hacia las grandes cuestiones de conciencia tan olvidadas en medio de la atmósfera positivista que nos envuelve"