El Teatro Social constituye una herramienta social fundamental que permite una participación activa de la ciudadanía, despertando en ella el interés y la inquietud por los problemas que sufre su sociedad, generando ideas y posibles soluciones. El fin de este texto es entender en qué medida el Teatro Social puede ser contextualizado en el entorno en el que se desarrolla para ser un canal de promoción de la participación y cohesión social, tal y como Augusto Boal expresa en su obra Teatro del Oprimido, donde el participante no es el espectador de su entorno, sino el actor de la transformación del mismo, poniendo en valor el aprendizaje situado y la creación de comunidades de aprendizaje que su praxis genera.