En el siglo XVIII el conde Keyserling le encarga a Bach una composición para poder conciliar el sueño. Bach, superando cualquier expectativa, compone un aria con treinta variaciones que luego se conocerá como las Variaciones Goldberg, en honor a su primer ejecutante, el clave encargado de tocar la pieza todas las noches hasta que el conde se durmiera. Con esta historia comienza Sagasti una narración hipnótica y contrapuntística que, al igual que las Variaciones y La ofrenda musical ?la obra que Bach anciano compone a pedido de Federico el Grande?, propone seguir las vueltas de una melodía para llegar al aria final donde todo vuelve a comenzar. Así como Goldberg narra una y otra vez las mismas historias para que el conde reciba su pequeña muerte nocturna, como una suerte de Sherezade invertida, Sagasti nos cuenta una y mil historias, y de Bach nos lleva a las interpretaciones de Gould, que parece tocar incluso durante los silencios entre una variación y otra; y de Gould a Sgt. Pepper's, el primer disco de la historia que no tiene pausas entre los temas, como si todo fuera una sola y gran composición; y de ahí a la música en los campos de concentración, a 4' 33'' de John Cage, a los conciertos de The Who, y así hasta el infinito. Dónde poner punto final a una historia? Cuándo se canta la última canción de cuna? Para Thoreau, la música es continua, solo la atención no lo es. Para Sagasti, el orden cósmico es, sin dudas, un orden musical.