La historia, en su carácter didáctico y esclarecedor, nos alerta frente a las insidias de la repetición de errores ancestrales. Nos previene de la amnesia colectiva que podría arrastrarnos hacia la recreación de los mismos yatros. En su maestría didáctica, expone las lecciones que emanan de las acciones y elecciones de antaño, no solo a nivel nacional sino también en el escenario internacional. Nos advierte de las consecuencias nefastas que pueden derivarse de ciertas acciones y decisiones, planteando interrogantes acuciantes sobre la responsabilidad y la sabiduría en el foro global.
En resumen, la historia se revela como un tesoro invaluable que no solo esclarece el mundo que nos rodea, sino que también nos guía hacia un futuro más ilustrado. Nos enseña las lecciones aprendidas de nuestros errores y victorias pasados, fomentando un crecimiento constante y una evolución continua en el seno de la sociedad.