Si la poesía es una pintura parlante, como afirmó Simonides de Ceos seis siglos antes de Cristo,
y la novela es una metáfora epistemológica, según Milan Kundera, no es desatinado creer que el cuento es la posibilidad de lo imposible y, en consecuencia, la literatura es una vida sobre la vida. En los cuentos que componen este libro, el imposible es el juego, la risa fresca, la ternura. Visto asi, cada texto es truculento y fatalista. Sin embargo, esa imposibilidad, incluso siendo granítica y desmesurada es erosionable. Esta acción propia del viento y la lluvia tendrá que ser un ejercicio metaficcional del lector tocado por la armonía. El reptil humano es vulnerable a ella.