A todos los seres humanos nos toca sufrir alguna vez.
Unos aprenden a sacar ese sufrimiento de diferentes maneras en un momento determinado.
Otros lo acumulan.
Otros solo guardan sus recuerdos tristes, desagradables, frustrantes y con el tiempo, se convierte en rencor, pensando que ellos son más fuertes que ese frio y doloroso sentimiento.
Yo decidí, en el momento más difícil de mi vida, no guardar más sentimientos dolorosos. Sacarlos y expresarlos sin hacerme daño y sin hacer daño a nadie.
La escritura fue mi mejor amiga, mi mejor instrumento, mi sanador perfecto.
Una vez escuché que el papel aguanta todo, y así lo es para mí.
He conseguido en mis escritos, en mis pensamientos, en mis reflexiones y en mis poemas una forma de desahogo de mis sentimientos, miedos, tristezas, angustias, agonías, decepciones y frustraciones, y también, un desahogo para mi dolor interior.
Descubrí que a todos estos sentimientos de dolor interior se les llama pesar.
Entonces, quiero compartir con ustedes mis más profundos pesares. Son poemas llenos de mucha melancolía que me han ayudado a sanar mi alma, mi mente y mi corazón.
Son palabras escritas por mi ser interior, por mis recuerdos, por mi corazón.