Yo no nací en tus casas de pisos de ladrillos pero mi infancia blanca de luces y de trinos se embriagó en tus cunetas. Cuando muere en silencio la tarde y se encienden de luz las primeras estrellas me refugio en las tierras de nadie con afán de encontrarte. Siento entonces que estás en el aire, que vienes a mí, te respiro.