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Entró en el salón una joven y detúvose ante el sofá, donde dormía Juanita con un sueño penoso y agitado. Hacía un calor asfixiante, y la joven abrió con precaución las ventanas del aposento. Desde éstas divisábase la ciudad de Granada y su incomparable vega. A la derecha, y sobre las ruinas de una mezquita, se elevaba la iglesia de santa Elena, frente a la cual un parque a la francesa extendía sus simétricas calles; magníficas fuentes octógonas dejaban oír el murmullo de sus aguas en los sitios donde se ostentaban en otros tiempos los bellos jardines del Generalife, y en cuyos alminares había flotado el estandarte de los Abencerrajes. A la sazón, el viejo palacio de los reyes moros servía de morada de retiro, y bien pronto, quizá, de tumba a una joven que dormía, pálida y fatigada, sobre su lecho de dolor. Juanita, condesa de Pópoli, apenas contaba veinticinco años, y su belleza, célebre en las cortes de Nápoles y de España, hizo que los pintores de aquel tiempo le dieran el sobrenombre de la Venus napolitana. Nunca título alguno había sido tan merecido; porque, a una fisonomía encantadora, reunía una sonrisa tan graciosa, que nada podía resistir a ese encanto indefinible que procede del alma: celestial belleza que los sufrimientos no habían podido alterar ni el tiempo destruir. En la época en que el pueblo de Nápoles hizo esfuerzos inútiles para sacudir el yugo de España, el conde y la condesa de Pópoli viéronse muy comprometidos, y esta joven, tan débil en apariencia, hízose admirar por su energía y su valor. Poco después quedó viuda, dueña de su mano y de una inmensa fortuna; rodeábanla los más solícitos homenajes, y sólo ella parecía ignorar las riquezas que poseía y la belleza que tanto la hacía brillar. Nadie, en efecto, habría podido pasar sin estos dones tan bien como ella, pues no los necesitaba para hacerse amar. En el momento en que la conocemos, un ligero sudor cubría su frente tersa y pura como la de un ángel; su pecho oprimido se elevaba con pena; su boca murmuraba un nombre ininteligible, y de sus ojos, cerrados por el sueño, se escapaba una lágrima que rodaba por sus mejillas, pálidas y nacaradas. La joven que hemos visto entrar en el salón dio un grito y se precipitó de rodillas junto al canapé donde reposaba Juanita. Esta despertó, y echando a su derredor una mirada llena de bondad, tendió la mano a su joven hermana diciéndole

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Generi Romanzi e Letterature » Romanzi contemporanei , Storia e Biografie » Storia: opere generali » Storia: specifici argomenti , Salute Benessere Self Help » Mente, corpo, spirito

Editore Library Of Alexandria

Formato Ebook con Adobe DRM

Pubblicato 29/07/2009

Lingua Spagnolo

EAN-13 9781465563248

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Carlos Broschi
 

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