Todo comenzó un día nublado, en que mi abuelo me llevó a la biblioteca magnífico culpable. Tenía ocho años, y desde entonces no he parado de leer. Lo de escribir fue con diecisiete años; un libro de aventuras que destruí. La poesía llegó más tarde, dominando mis espacios, para quedarse. Considero a la poesía como una expresión maravillosa para contar la vida, en pocas palabras se dice todo.