Del día y De la tarde, si bien ahora se publican juntos, son, de nuevo, dos libros claramente diferenciados, quizá incluso antagónicos, en su forma de aprehender un mundo que se declara sutilmente intangible a través de las realidades que lo circundan; la semántica y la paronomasia dejan rastro de su rostro en los reflejos de la rima asonante, consonante o libre que se filtra por las entelequias de cada cual sin caer en lo apodíctico ni en lo inconmensurable, aunque, eso sí, dejando hueco a las cavidades que habitan en nuestros vacíos más recónditos e insoslayables.