Estas páginas no son altas ni hondas, ni estruendosas, ni resplandecientes.Tampoco todos los lectores han de ser ceñudos, solemnes y macizos de sabidurías.Yo más quiero un mediano entendimiento y un corazón sencillo que mire las humildes hermosuras de la vida, que perciba sus menudas y escondidas sensaciones, y que como yo se contente aspirando el olor de la leña quemada y de la sembradura húmeda, y guste del silencio campesino, del vuelo de los palomos y de las gaviotas, de hollar las frescas tierras de los prados, del sueño de las nieblas de los ríos, y estremecerse de santo deleite asomándose a la Creación desde la soledad de una cumbre de serraníaYo escribo para esas almas amigas.