Todo tiene que ser juzgado por cuánto contribuye al propósito final de Dios. Tenemos que preguntar: "Hacia dónde nos conduce esto? Esto nos conduce a algún lugar? A qué es lo que nos lleva esto?" Todo el conocimiento espiritual conduce a un incremento de Cristo; contribuye a la finalidad última de Dios. La pregunta siempre es: "Cuánta vida hay en esto?" Esto no es una cuestión de interés; no es una cuestión de fascinación por la verdad de la Biblia; no es cuestión que esto haga de nosotros las personas más importantes, por el crecimiento de nuestra estatura física, sino que es sólo una cuestión de la medida de Cristo. Ese es el valor espiritual real.