El chico que diste por muerto contiene una confesión, la confesión de alguien huido, borrado, desaparecido hace muchos años, que decide por fin hacerse presente, hacerse discurso y narrar su aventura -llena de desventuras y horror, de abismos e indecencia-. La voz del narrador -la del chico al que dieron por muerto- relata sus episodios biográficos -un secuestro, una violación, otras violaciones, un amor, muchas muertes- con una impasibilidad conmovedora, como si todo lo que cuenta le hubiese pasado a otro.