En esta obra se analiza el grado de control que algunos comerciantes-prestamistas llegaron a ejercer sobre los complejos mecanismos del crédito tras la independencia. La autora demuestra cómo estos empresarios, aprovechando el carácter monopólico diversificaron sus inversiones, e incursionaron paulatinamente en sectores menos riesgosos; estas medidas les permitieron no sólo ponerse a salvo de una crisis de liquidez, sino acumular verdaderas fortunas.