El verano parece ser la mejor época del año para fomentar los deseos sexuales, los encuentros de pareja y la profusión de relaciones. El lado negativo de todo ello reside en que a mayor número de relaciones íntimas, sobre todo con parejas no habituales, mayor será el riesgo de aparición de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Es un hecho que durante los meses de verano las hormonas que intervienen en la realización del acto sexual activan notablemente su actividad. Lo hacen por meras cuestiones fisiológicas que determinan, por sí mismas, que en los meses estivales el deseo sexual sea mayor. Así, el riesgo de contraer una infección indeseada también crece en la misma proporción. El incremento de relaciones puede tener como consecuencia, si es que no se toman las medidas de protección necesarias, que se contraigan alrededor de una treintena de enfermedades por vía sexual, algunas simplemente molestas, pero otras incluso mortales.