Cuando se piensa en un sistema nacional de control de los alimentos, lo primero que se viene a la mente es la rama reguladora (la base política y legal respaldada por las funciones de control oficial), pero también se deben considerar los componentes no regulatorios de ese sistema. La dimensión C identifica las interacciones que deben existir para que el sistema se ajuste frecuentemente a las necesidades que evolucionan por parte de los interesados nacionales e internacionales; para inspirar confianza en las partes interesadas; y para mantenerlas bien informadas sobre sus responsabilidades. La dimensión C se centra en la transparencia de la comunicación a los consumidores, en los empresarios del sector alimentario y en su integración en el sistema de control de los alimentos. También explora las interacciones de las autoridades competentes a nivel internacional, para apoyar las importaciones y exportaciones nacionales, así como su participación y compromiso en las organizaciones internacionales para beneficiarse de la experiencia internacional y dar forma a la legislación nacional. Por sus naturaleza estos procesos dependen totalmente del contexto social y las necesidades específicas.
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