La enfermedad de vivir

La soledad se convirtió en el rasgo característico de la vida de Ramos Sucre. Los testimonios de las personas que lo conocieron coinciden en que era un joven estudioso y solitario. Hablan de sus vagabundeos nocturnos por las calles de Caracas, a causa de su insomnio incurable, de su afición compulsiva a los libros, de su condición de solterón.

Solitario, pero no misántropo. Profesor de griego y latín, doctor en Ciencias Políticas, relacionado con los escritores más destacados de su país, contertulio, y en cierto momento, diplomático en Europa.

Era a finales de 1929 cuando fue nombrado cónsul en Ginebra. Antes de tomar posesión de su cargo se sometió a un tratamiento en Alemania, con la esperanza de que su insomnio estuviera causado por la amebiasis, enfermedad parasitaria. En una carta enviada desde un sanatorio de Hamburgo especializado en enfermedades tropicales, ya en enero de 1930, alude a "insomnios agónicos, enemigos directos de las facultades mentales. Según parece, un parásito del trópico ha precipitado esta ruina y heredo el insomnio y lo sufro hace ocho años".

No era la amebiasis. Aquella agitación nocturna ("El fantasma de entrecejo imperioso vino en el secreto de la sombra y asentó sobre mi frente su mano glacial. A su lado se esbozaba un mastín negro...") no era sino la prolongación de la agitación diurna, y esta correspondía a lo que él mismo expresaba en una carta a su hermano: "un sistema nervioso destruido".

El primer libro de Ramos Sucre (1890-1930) fue Trizas de papel (1921), y el segundo un pequeño ensayo titulado Sobre las huellas de Humboldt (1923). El contenido de estos dos libros fue incorporado a La torre de Timón (1925). Posteriormente, en 1929, vinieron Las formas del fuego y El cielo de esmalte.

La enfermedad de vivir es una amplia antología (244 piezas) que recoge gran parte del contenido de estos libros, cuidadosamente revisado y corregido.

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