La voz de Claudia, que al final es la voz del poema, de algovivo que grita desde lo profundo, nos lleva por este viajeen un bote imaginario desde lo luminoso y cálido hastala tormenta de las ausencias, de las pérdidas irreparables,y vamos entonces, salvándonos un poco del naufragiode nuestras voces internas, con sus imágenes que al finalprovocan que evoquemos inevitablemente a nuestropropio mar.