Lecciones de clínica micológica - Segunda edicion

Han pasado 21 años de la primera edición de este libro y se ha presentado la oportunidad de actualizarlo y darlo a conocer. Tal como me sucedió en la primera edición, muchas veces pensé en hacerlo antes de ahora y fui postergando esa decisión por compromisos con otros trabajos.
En estos años, la micología médica ha sufrido muchos cambios. La incidencia de las micosis siguió aumentando, salvo en las asociadas al SIDA, que disminuyeron, sobre todo en los países industrializados, como consecuencia de la aplicación de la terapéutica antirretroviral de alta eficacia. Han aparecido nuevos tratamientos para las enfermedades inflamatorias crónicas como la artritis reumatoidea, la psoriasis, etc., llamados genéricamente tratamientos biológicos, antagónicos del factor de necrosis tumoral alfa, que pueden favorecer la aparición de micosis sistémicas endémicas y oportunistas invasoras al disminuir la capacidad de defensa antifúngica en los pacientes que reciben estas drogas. Los métodos de diagnóstico han sufrido un progreso notorio, mejoraron los estudios por imágenes, con equipos cada vez más eficientes, se incorporaron nuevas técnicas para detectar antígenos fúngicos en los fluidos orgánicos y se produjeron equipos comerciales de PCR en tiempo real y otros para el diagnóstico de diversas micosis invasoras. La identificación de las especies fúngicas sufrió una verdadera revolución con la incorporación de las técnicas de biología molecular y la espectrometría de masas. Estos procedimientos hicieron posible el reconocimiento de especies crípticas, aquellas que tienen una morfología y caracteres fenotípicos idénticos, pero son genéticamente diferentes; esto ha hecho aún más difícil la taxonomía de los hongos patógenos, ya que muchos han cambiado nuevamente de nombre y otros han sido sustituidos por varias especies nuevas. En el tratamiento de las micosis también ha habido novedades, aunque menos que las deseadas; desde el comienzo del siglo XXI se han incorporado a nuestro arsenal terapéutico las equinocandinas (caspofungina, anidulafungina y micafungina) y los compuestos triazólicos de segunda y tercera generación (voriconazol, posaconazol e isavuconazol) y otros más están siendo estudiados. El continuo avance de las ciencias básicas ha seguido contribuyendo al mejor conocimiento de los mecanismos defensivos frente a las infecciones fúngicas y a su patogenia, también se han mejorado la producción de antígenos para la realización de pruebas serológicas y la elaboración de inmunógenos, que aún no se han traducido en la producción de vacunas preventivas.
Todos estos cambios justifican la necesidad de una nueva edición
de este libro. Sin embargo, gran parte de este ha sido conservada porque todavía es útil, las nuevas técnicas de diagnóstico no han sustituido a las clásicas, sino que las han enriquecido y otro tanto sucedió con las drogas antifúngicas, casi ninguna dejó de ser usada. El criterio clínico que el médico debe seguir ante un paciente sospechoso de padecer una micosis no ha variado. Una parte del libro sufrió una gran modificación, es la del procesamiento de muestras clínicas en el laboratorio. Este cambio se debió a que desde 2001 se organizó una red de laboratorios de micología médica en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que funciona con notorio éxito y, entre otros logros, ha publicado un manual de procedimientos para laboratorios de micología médica que hizo innecesario el desarrollo de un capítulo extenso en esta nueva edición. Sin embargo, es necesario que el médico conozca cuáles son los métodos de diagnóstico, cuándo pedir las distintas pruebas de laboratorio, cómo debe prepararse el paciente y cómo interpretar los resultados. Esta parte delicada del libro fue escrita por la Dra. Alicia Arechavala, con quien trabajo desde hace más de cuatro décadas y cuya capacidad profesional es indiscutible, a ella le agradezco que haya aceptado mi pedido de colaboración.
En estos años mi vida cambió m