En medio de su lucha, Milagros experimenta momentos oníricos y desgarradores. Cierra los ojos y únete a ella en una mecedora junto a la ventana, donde los rayos del sol entibian su rostro maltratado, pero la calma pronto se desvanece. Se ve corriendo por la playa, buscando la sombra de un pasado que la persigue. Su deseo choca con la realidad mientras las manos de alguien la toman y giran en un vals de amor y oscuridad.
¡Cuánto lo amo! Nunca podría vivir sin él", susurra mientras el sol se transforma en una luz enceguecedora y la realidad se desvanece. Atada y arrojada al vacío, Milagros lucha contra la oscuridad y el pánico que la consume, sin poder gritar ni liberarse.
Este fragmento es solo un atisbo del torbellino emocional que aguarda en las páginas de Milagros, una precuela cautivadora que nos sumerge en la complejidad de una mujer que desafía la adversidad con cada latido de su corazón.