La motivación de los Hombres sabios a los que comúnmente se les llama «Maestros» es y ha sido siempre la evolución total de la humanidad. Su interés no está enfocado en un individuo en particular, ni en un grupo, si no en la totalidad de género humano. La Luz que a través de Ellos proviene va descendiendo gradualmente hasta llegar a las capas más bajas de la evolución. De esta forma, los conceptos abstractos de difícil entendimiento por la mente concreta de la gran multitud del género humano, se convierten en conocimientos claros y sencillos de amplia difusión. En esencia, estos conocimientos contienen las semillas que favorecen el crecimiento espiritual al que cada hombre, tarde o temprano, aspira.
En esta labor de hacer accesible las grandes enseñanzas por medio de la parábola, el símbolo y la narración, se encuentran implicados instructores, grupos, fundaciones, organizaciones y, sobretodo, escritores. En esta última categoría entra plenamente Helen Flix quién, con un lenguaje elegante, sencillo y gracias al uso de una narrativa excelente, nos explica las leyes de la naturaleza.
La clara exposición de estos conocimientos y la trama fascinante en la que son descritos contienen las características necesarias para promover, en el buscador inquieto, el avivamiento de la llama interna que le conduzca al encuentro de su propia esencia. La reencarnación, el karma, el mundo de los planos sutiles, los viajes iniciáticos y la eterna batalla entre los aspectos inferiores de la personalidad y la belleza del mundo interior, son reflejados por los personajes de esta novela que, indudablemente, fascinarán a los lectores.