ODA MARÍTIMA

La poesía está en las máquinas
El lisboeta Fernando Pessoa llegó a convertirse en una de las figuras más distintivas de la literatura universal. Sus escritos lograron darle vida a unos 75 heterónimos (Ricardo Reis, Álvaro de Campos o Alberto Caeiro, entre otros), muy diferentes entre sí, en postura, intereses, tema y estilo.
Oda marítima es uno de los textos más sorprendentes de su obra. Lo firmó Álvaro de Campos. Libro breve, inquietante y dramático en varios sentidos. Lo han denominado un delirio poético, intenso, con estética polivalente, donde los fenómenos del miedo, el existencialismo, la ira, el dolor, el mar y la poesía, revelan aspectos recónditos del alma humana.
¡Sí, sí, sí... Crucificadme mientras navego
y, con mi cruz, mi espalda se deleitará!
¡Amarradme a los viajes como a maderos
y aquella impresión de los maderos
traspasará mis huesos
y yo iré a sentirlos
en un vago estremecimiento paciente!
¡Haced cuanto os apetezca conmigo,
pero que sea en la mar,
en cubierta, bajo la música de las olas,
que allí me desgarréis,
que allí me asesinéis,
que allí me vulneréis!
Álvaro de Campos nos da una impresión (total, letal) sobre el mundo moderno. Oda marítima festeja el mar y las máquinas. Si bien la poesía suele criticar el comercio y la revolución industrial, y si bien el poeta suele ser un paria en los escenarios sociales y económicos, Álvaro de Campos hace un poema-máquina, da paso a una industria de sensaciones y recoge la poesía de una civilización mecánica.
Libro único, auténtico, justo por aquel sentido torrencial y violento (sádico, en el sentido marquesadiano), sin dejar de denunciar los motores muertos de una cotidianeidad urbana que arrasa con la esencia del ser humano.
Sí, la poesía está en las máquinas.
Sí, la poesía está en la sangre.
Sí, la poesía está en la nostalgia del poeta que contempla el mar y el infinito desde la cubierta de un barco.
Sí, la poesía está en la furia del asesino.
Sí, la poesía está en la espada del pirata que violenta a la frágil mujer en un puerto.
Sí, la poesía está en la muerte.
Sí, en el masoquismo, en la vida.
Sí, en el metal brillante u oxidado de los barcos. Sí, este poema es un aullido.
Sí, la poesía está en la sed de matar, ahí.
Sí, en la sed de ser acribillado, sí, en la sed de ser víctima o victimario, en la sed de ser un barco, una nube o el océano.
El protagonista de este libro está en un puerto (el mar lo envuelve; y viceversa) y este poeta sale de viaje: un viaje interior, en el cual la fantasía es el timón que lo guía por costas, mares y bahías Y lo lleva a vagar al rostro de todas las personas: marineros, ancianos, niños, prostitutas, que han viajado en el horror, en la guerra, en el amor, en el extravío, en la belleza, desde lo más pretérito de los tiempos.
El ensayista y traductor portugués, quien se sustenta en el mar (en la sangre misma del mar) nos presenta la película poética sobre lo más profundo del alma humana. Nada extraño sería catalogarlo como el Shakespeare (o el Dante Alighieri) de la lengua portuguesa.
Es un libro tembloroso, ondeante, que nos habla del genio pessoano, de los mares de su poesía y su alma: canciones marítimas escritas en las venas de la noche, en las venas del mar, en las venas del viento, mismas venas que se sacuden al interior del lector. En fin, un libro que nos recuerda a V. Huidobro, cuando dijo que La poesía es un atentado celeste.
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