Esta edición exhibe una selecta muestra de haikús de Federico García Lorca. La idea surgió luego de revisar la riqueza de imágenes que rebosa su obra. Tal vez García Lorca no tuvo el propósito de escribir un libro de haikús, pero de una u otra forma, lo hizo:
Oye mi sangre
rota
en los violines.
Nos dimos a la tarea de releer su obra poética y seleccionar aquellos instantes que consideramos podían ser un haikú. Y este libro es el resultado de esa tarea.
En un aire
donde estallan rosas
de pólvora negra.
El haikú es un tipo de poesía proveniente de Japón, donde se configura un texto hiperbreve, en el cual prevalece de manera general una reflexión, la cual tiene como epicentro la naturaleza. En ese orden, vislumbramos el protagónico umbral de la naturaleza en la obra de García Lorca.
Puede la piedra blanca
latir en la sangre
del ciervo.
El haikú, en principio, da cuenta de una imagen poética que consiste de tres versos: de cinco, siete y cinco sílabas, aunque la métrica no suele ser tan fija, pues varía según las traducciones, según el autor, o el tema. Más que la métrica, importa la voz poética.
Mi niña
se fue a la mar
a contar olas.
En resumen, la esencia del haikú supone la riqueza de imágenes o ideas y un final donde se hace un corte (una reflexión). Esta forma se expresa de una manera diferente en cada autor. Del mismo modo, un haikú puede tener rima o puede no tenerla. En todo caso, la rima no es tan importante como la imagen, el mensaje, el sonido y el propio estilo del haikú. En este libro, perceptiblemente, despunta la rima y la musicalidad propia de la obra de García Lorca.
¡Qué hermosa eres!
Mariposa del aire
dorada y verde.
El haikú entraña un sentido de asombro, donde vibra la fascinación del poeta por la naturaleza.
Los álamos
duermen arrullados
por el río.
También es frecuente que el haikú se refiera a la cotidianidad de la gente y se teja en un estilo sencillo, natural, etéreo y sobrio, donde el concepto abstracto puede, o no, ser relevante. En todo caso, el haikú acude siempre al fenómeno de las estaciones y de la naturaleza
Sus ojos en las umbrías
se empañan
de inmensa noche.
Partiendo de los detalles, y de lo sensible, el fin supremo del haikú es que el poeta desaparezca, se haga a un lado, para que solo quede eso: la contemplación pura, el llamado aware, un estado en que el poeta (haijin) se funde con la naturaleza, con el todo. Importa más lo que se escribe que quien lo escribe.
El tren
y la mujer
que llena el cielo.
En la antigüedad los haikús estaban casi siempre acompañados por una imagen, no siempre terminada del todo, la cual denominaban "haiga". El pensamiento de entregar una imagen sin terminar era símbolo de que todo está por "hacerse mejor".
Para esta edición incluimos de manera simbólica algunas pinturas de García Lorca. La tradición de unir pintura y haikú fue instaurada por Matsuo Bash, el más célebre y reconocido escultor de este género poético, quien fuera el mayor exponente del periodo Edo japonés.
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La noche
que enseña
su esqueleto de tabaco.
En occidente, muchos autores y lectores se han sentido fascinados por el haikú. De hecho, este tipo de poesía se cultiva en diferentes idiomas. Por esta razón, querremos hacer un aporte al haikú en idioma español, teniendo como sustrato la obra de un autor clásico como García Lorca.
Esperamos que este reto sea receptado de la mejor manera posible por lectores y escritores de habla hispana.