Exilio es distancia, añoranza, perplejidad y tristeza. Y la constante ilusión del retorno a las propias raíces. Aunque, al volver, uno ya no es el mismo, ni aquello que se dejó es igual. Ese pedacito de mundo, antes propio y único, ha dejado de ser propio y ya no es único. El mundo se ha tornado gigantesco y ajeno.