El amor, como ave de paso que migra, se detiene para anidar en el alma de alguien que clama por su belleza y candor. Efímero o intenso siempre deja en los recuerdos las dulces huellas de su paso y en el alma, algunas heridas difíciles de curar. Decir "adiós" cuando se marcha quizás sea la vivencia más dolorosa; deja el corazón entre las manos y los anhelos a la espalda para volver a empezar. La tristeza y la melancolía abonan el jardín de sentimientos donde la rosa roja de la pasión y los deseos necesitan volver a florecer. Letra a letra se cultiva, poema a poema se hace crecer. Sueños que, convertidos en realidades ¡vuelven a emerger!