Mi querida Clara:
Un episodio de mi juventud pasa esta noche por mi mente, vibrante, creando una imagen panorámica; y mientras mis pensamientos regresan por el accidentado sendero de cuarenta años (...).
Pero yo seguía totalmente pasivo en manos de mi bella seductora, y tuve que soportar que me quitase los pantalones y me echase hacia atrás sobre la hierba. Su mano blanca como la nieve subía y bajaba con entusiasmo (...).