Dios quiere convertirnos en hijos suyos al hacernos nacer de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Los seres humanos nacemos como creaciones de Dios, pero si recibimos la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, nacemos de nuevo como hijos de Dios. Esto significa que, después de que el Señor viniera al mundo y perdonase nuestros pecados, los que éramos ciegos, recuperamos la vista.