Talitha Cumi

Lo imposible y extraño, lo irreal, es la vida cotidiana, común, de quienes han padecido la muerte inesperada de un ser querido. Y, ya sabemos, lo irreal, a veces, es más intenso que la propia realidad, cúmulo de emociones contrapuestas que se van transformando en analogías entre lo irreal y la realidad

Lázzaro estaba, sollozando a solas y envidiando a los muertos.
José Asunción Silva.


Ella recuerda que, ese martes, su hijo Cristian Goldmundo, de 17 años, regresó del liceo con un solo zapato, una sola media llena de barro, igual el pantalón; como si lo hubieran arrastrado desde una carreta tirada por caballos salvajes. La camisa desgarrada, el cráneo con caminos rojos de su cuero cabelludo al pecho, la espalda, las piernas. Desde entonces está ahí en la habitación, con ese autismo en el cuerpo, en los ojos, en la lengua. Sus manos hacen dibujos alfanuméricos, trazos armónicos en cuadernos que hay que tenerle puntual antes de que sienta que no estoy atenta a sus necesidades inmanifiestas.

Durante un tiempo su doble cuántico la fue llevando a observar los cambios neuronales que se iban produciendo a través de la meditación de cada acto pensado, sentido y realizado; en especial el hacer sintiendo.

De esta manera se lograba la identificación de las causas que impedían o facilitaban el nuevo proceso de mitosis en neuronas adultas, razón por la que no se reproducen en abundancia como es requerido por la humanidad.

Ya es harto conocido que las neuronas se deberían regenerar in situ cada cierto tiempo, a menos que haya una condición negativa con su consecuente caos verbal y mental.

Estamos ante una obra de admirar por la narrativa, pero también por el tema que desarrolla y que mantiene vigilante el interés del lector.

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