«Qué es la historia conocida de la humanidad sino el eterno conflicto entre los corderos y los lobos. La pasividad del rebaño contra la voracidad de la manada. Los amos del mundo saben que azuzando el miedo congénito de los individuos se consigue con facilidad controlar el idiotizado comportamiento de cualquier rebaño humano. Por el contrario, en la manada hay orden, jerarquía, cooperación y un propósito grupal más allá del individuo. Los lobos matan para comer, pero más allá de su instinto lo hacen porque se sienten superiores y el juego de la depredación les divierte. Ellos están en la cúspide de la pirámide. Ellos deciden: dónde, cuándo y cómo cercar a las asustadas ovejas, no hay donde esconderse, es solo cuestión de tiempo. Las élites somos los lobos; todos los demás, las pobres y asustadas ovejas».