Ahora la poeta es espuma de olas gigantes aprendiendo a volar. La ablución vital, que purifica y renueva, tiene lugar dejando pompas dúctiles, vaporosas; siempre efímeras que invitan a amar sin temor. El encuentro aplazado ya no se demora y busca labios generosos, rebeldes y sentidos. Escribe entonces: «Tengo los ojos repletos de estrellas y con mis manos toco el cielo, estoy acurrucada en el ensueño tibio y dulzón de tus abrazos».