Yo debo de ser gilipollas.

¡Eh, tú! Pero qué haces? No seas gilipollas y deja este libro donde estaba, la vas a liar, te estoy avisando. Este libro es como el tabaco, te avisan de que es malo y tú sigues leyendo la sinopsis. Ya te digo que es un libro lleno de gilipolleces, pero tú verás lo que haces; si lo compras es porque te va la marcha.

Si conoces al autor de esta cosa, por llamarla de algún modo, de otras obras anteriores, podrás comprobar que la gente no somos para nada lo que aparentamos; y menos esta rara especie que escribe por no trabajar.

Pero bueno, aquí encontrarás las claves para empezar a entender que no solo el autor debe de ser gilipollas, y descubrirás que hay dos tipos: el que se convierte, discipulollas, y el que es gilipollas de nacimiento, purasangre. Quizás al final de este libro hayas averiguado en qué grupo encajas, dependerá de aquello con lo que tragues en esta nuestra sociedad tan apañaica.

Nota: Si después de leer este libro, decides tirarlo a la basura, cosa que no me sorprendería, te sugiero, si no te importa, que mejor lo dejes en algún váter público, dado que es para cagarse, y arreglarle así a más de uno su problema con el estreñimiento que producen ciertas noticias del panorama nacional.

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