"Más que un escritor considerado, más que un innovador de una forma de escritura en la que leemos como si le escucháramos, José Saramago fue un pensador, un ciudadano comprometido. Alguien que, cuando pensaba, no ocultaba lo que pensaba, estuviera de acuerdo o en desacuerdo, no callaba. Alguien para quien el Nobel, más que um reconocimiento, era una responsabilidad cívica (...) Y era mi padre, de quien saqué muchos de los recuerdos que tengo, de los libros que me acompañan y que he analizado, de los caminos por los que me llevó, directa o sesgadamente. (...)
Recordé momentos sencillos o muy difíciles, trozos de vida que me hicieron. Que he recogido aquí. Y que permanecen aquí durante un centenario".