Los ojos de un niño se abren sobre el mundo y lo hacen precisamente en Aranjuez, en este rincón de la meseta que juega a no ser meseta. Qué mejor lugar para iniciarse en el espectáculo de la vida? Eso, pasado por el filtro del recuerdo, sublimado con grandes dosis de nostalgia y aromatizado con unas gotas de distancia, es lo que encontrarás en estas páginas.